Charlando con un amigo con el que nunca nos vimos (solo hablamos por Internet), él me dijo que nuestras conversaciones él se las imagina tomando mate en la rambla conmigo. Y de ahí nos pusimos a reflexionar sobre las cosas que nacen y las cosas que son porque son.
Es cierto, hay cosas que por diferentes intereses, cosas en común, nacen. Tal vez en otras circunstancias no se hubieran dado, pero dada la teoría del caos, la sincronicidad y todas estas cosas, pasan.
Y hay otras cosas, que sin importar las circunstancias, sin importar los cataclismos, las variedades políticas, las distancias, son. Ésas cosas sabemos que tarde o temprano se dan igual, porque eran “meant to be”, porque estaban destinadas a pasar. Esas cosas son.
Mi amistad con él “es” porque sinceramente creo, que aunque él viva en Concordia y yo en Montevideo, se iba a dar igual. Ojo, esto es posible ahora más que nunca con Internet, pero supongo yo que los grandes encuentros de antes serían más memorables por lo dificultosos de lograr.
Aún así, hay cosas imperceptibles a los ojos del ser humano, que hacen que dos personas estén en total sintonía. No es algo que se calcule, no es algo que uno pueda planearlo, simplemente pasa. Lo mismo pasa a la inversa: Hay cosas que nunca serán, por más que intentemos forzarlas.
Pero de eso no nos enteramos hasta más tarde, ji.