30 julio 2009

Fumada lenta

Uno puede pensar que quienes fuman en pipa son los marineros y los historiadores y no es así. Lo sé porque pertenezco al Club de Pipafumadores del Uruguay (CPU para los amigos) y mi novio salió de allí. Les puedo garantizar que no es ni marinero, ni historiador.

En Buenos Aires, a finales de noviembre, se va a desarrollar el octavo Torneo de Fumada Lenta y es sumamente interesante, sobre todo para el que nunca fue a uno (eso sí, tiene que tolerar el humo de la pipa). Es un torneo donde se juntan más de 50 personas (por lo general compiten 50) a competir, sí, pero más que nada a charlar, a reencontrarse con viejos amigos, a entablar nuevas amistades y a compartir conocimientos sobre el arte de fumar en pipa, además, de los ovnis, los accidentes aéreos, la comida y otras yerbas.

Por primera vez voy a hacer algo que nunca había hecho en mi vida y es viajar con una pareja. Es interesante, en estos dos últimos años estuve haciendo cosas más innovadoras de lo que he hecho en toda mi vida. Sé que me va a encantar compartir un viaje y un torneo con él. Estoy muy contenta.

09 julio 2009

De caballerosidad y compañerismo

No sé el resto de las mujeres, pero con las sucesivas parejas que tenido hay una cosa que entendí por mí misma: más vale hombre compañero que caballero.

Lo he visto con otras mujeres, les regalan de todo, pero no son felices. Lo digo porque lo vivo en mi casa, cada vez que aparece un electrodoméstico nuevo en casa, es porque mi madre se reconcilió con su pareja.
Ella siempre se queja de que no tiene un compañero (digo, hace como 11 años que están juntos esos dos, pero siguen con los mismos problemas).

Y yo con mis sucesivas parejas, he recibido de todo, desde osos de peluche y flores, pero nada como lo que he obtenido con el hombre que tengo a mí lado.

¿De qué me sirven los bombones, si no puedo confiar en quien tengo a mi lado? Por suerte, éste no me regalará la mar en coche, ni me tirará una capa arriba de un charco para que pase, pero está ahí, siempre está ahí cuando lo necesito y cuando no.

Eso de alguna manera me reconforta sobremanera: que él se levante para que yo no me duerma y vaya a clases, que me pase a buscar a mi casa a las ocho de la mañana para que yo pueda ir, que me mande un mensaje una tarde al azar diciéndome que me ama sin esperar nada a cambio, que me acompañe a visitar a mi familia, que me mime cuando estoy triste, que me prenda la estufa cuando tengo frío, que me calme cuando estoy enojada, que sea bueno.

Yo no sé ustedes, pero para mí los pequeños gestos están mejor avaluados que un ramo de flores.

¿Ustedes que piensan?

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Quien dude de ésto se las verá con la ley.
 

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