Pasa, porque a todos nos pasa, que a veces nos molesta el pobre. No es que realmente nos moleste per se, pero es que uno no tiene 100 monedas para darle a todos y cada uno.
¿Alguna vez nos pusimos a pensar en que no sólo necesitan monedas?.
Toda esta gente no quiere vivir así, por supuesto que no. Quieren lo mismo que cualquiera, darles oportunidades a los hijos, trabajar, comer, tener un hogar con agua potable. Pero lo que nos diferencia los unos de los otros es que en algún momento, o nosotros o alguno de los que nos anteceden, tuvo una oportunidad. O se la hizo, o la laburó de abajo, o los inmigrantes trajeron algo que a éste país le servía, y nosotros, herederos de generaciones de inmigrantes, heredamos también esas oportunidades.
Porque todo muy bonito con decir que gracias a Varela tenemos escuela gratuita y obligatoria, pero la escuela sólo te da una base, la escuela no lo es todo. Por ejemplo, yo me presenté para trabajar en un ente del Estado, y tengo estudios universitarios, un inglés a nivel de CAE, conocimientos de computación, y quedé en el puesto nº 410.
Si yo me quedo en un puesto 410, el que recién terminó a duras penas el liceo, el que terminó en la escuela, el que sale de la cárcel, ¿qué oportunidad tiene de conseguir un empleo?. Porque el Estado ayuda en la rápida, en dar comida, algo de plata, un techo por las noches. Pero ese techo, esa plata, esa comida, no dura toda la vida. El Estado no crea oportunidades de trabajo, en alguna medida contiene el desborde de agua de un río en un vaso de agua.
Y eso que estamos en un Estado Social de Derecho, un Estado que ha absorbido en todas sus esferas, agrandando el aparato estatal a más no poder, para cubrir estas necesidades, que son básicas. La ayuda que brinda también es básica, porque el que quiere estudiar de verdad sabe que por más pública que sea la enseñanza, de gratuita tiene poco y nada.
Cuando iba a animar gurises en escuelas de barrios carenciados, veía que más allá de que les des comida, les des educación, ellos también necesitan otras cosas. Necesitan crear lazos afectivos, emocionales, que si eso falta en la casa ¿quién se los va a dar?. Por lo general los gurises tenían que laburar en la calle para poder llevar comida a la casa, pero la mayoría de la gente se olvida de que son niños, de que ellos a esa edad deberían sólo jugar. A eso íbamos nosotros, una vez por semana les devolvíamos eso de la felicidad de jugar como niños.
Pocas veces estamos dispuestos a dar una mano, es mucho más fácil donar ropa o comida, y hacer beneficencia. La beneficencia hace que puedas lavarte las manos, apoyar en algo básico, pero nada que te involucre emocionalmente ni a vos ni a ellos. Es más fácil donar una frazada que ir a pintar casas en barrios carenciados. En definitiva ¿qué nos diferencia de ese Estado que dice ser intervencionista, pero que lo es sólo cuando le conviene?.
Invito a reflexionar este día a que aunque sea una vez, influyan en algo a esas personas que no sólo comen y se visten, sino que además tienen sentimientos, emociones y pensamientos. Que no sólo necesitan de nuestro dinero, sino de un lazo humano.